I
exilio
Abufandé mi corazón,
en el maletín de la conciencia
los pensamientos aguardaron,
camino a la cima del Aconcagua,
la del cielo claro.
Iban conmigo,
las Torres del Paine,
los Ojos del Salado,
el borde de la Concordia
y las rompeolas del cabo.
Atrás, en fumarola
el Llaima, el Licancabur y Villarrica ,
el polvo de desierto sobre lomo de araucarias
y el fruto marino en lóbicas barcazas…
,
Los gentiles Mistral y Neruda bailaban… “La gasolina”;
mientras, la Violeta sobre el municipal,
cantaba “Gracias a la vida”.
Cuando llegué
con el cóndor sobre un brazo abrazando al güemul,
vino el pueblo con la fotocopia del edén
que al unísono tono puso al Pacífico de pié
“el sol y la luna fueron mis ojos,
en el viento las nubes, mi cabellera;
y el platino marino… un espejo”.
Figura tomada desde: http://onlinecarolonline.blogspot.com/2006_08_01_archive.html
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